EN EL LIMBO

Termina el año y, como era previsible, el tema de la reelección quedó sin definir. Esta indeterminación ha provocado el efecto de la parálisis de la vida política, hoy resignada y arrinconada a la espera de la voluntad presidencial que, de este modo, mantiene confundido el ambiente, desde luego, a su favor. Así lo ratifican los resultados de la última encuesta de Napoleón Franco que establece notables diferencias entre Uribe y sus posibles contendores.

Lo cierto es que esta situación ha puesto en evidencia la carencia de liderazgos alternativos, y de una seria opción capaz de contrarrestar las pretensiones del uribismo, a pesar de estar minado por temas tan sensibles como la corrupción, la grave crisis del sector salud, la inequidad de sus políticas tributaria y agrícola, la inseguridad urbana, los inciertos horizontes de la parapolítica, y tantas y tan importantes voces en contra de una nueva reelección.

No está a la vista un proyecto que ofrezca una salida esperanzadora que tenga eco y acogida en una población cada vez más pesimista y escéptica sobre el futuro del país, que ya acumula la notable cifra del 47%. Lo que permanece como la línea visible en la que se sustenta la imagen positiva del Presidente es el tema de la seguridad democrática, sostenida por una opinión replegada en el temor de que sin Uribe se retroceda en lo ganado durante su gobierno.

Acrecienta el enrarecimiento de este limbo político, el hecho de que si no pasa el referendo, el mismo uribismo se queda sin opciones seguras, y todo el campo político huérfano de un liderazgo consistente, sin propuestas sociales de verdadero calado, pues lo que se percibe es la desviación del debate hacia las razones meramente estratégicas, a la contemplación de posibles alianzas y especulaciones en torno a si es mejor táctica electoral el centro que la izquierda o la derecha, sin que haya un sustento programático que sustancie estas iniciativas.

Asuntos de mecánica que, una vez más, lo que delatan es que la política gravita en torno de Uribe, y sin más horizonte para un país tan urgido de un compromiso nacional que contribuya a la restitución plena de una democracia desde la cual asumir un proyecto incluyente.

¡SHAKIRA, JUANES, UNIÓN PENEYA!

A veces, cuando menos se espera, surgen reconfortantes ejemplos de compromiso social. Esto es lo que cabe resaltar de la flamante actuación de Shakira en la Cumbre Iberoamericana celebrada en la ciudad de Estoril, Portugal, donde asistió con el propósito de demandar apoyo para promover “El Desarrollo Infantil Temprano en América”; un propósito altruista que anima la Fundación Alas que obtuvo, por lo pronto, el aval de siete importantes países de nuestro continente. Este compromiso con el futuro de la región, como ella lo postula, también hace lobby ante el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, y busca que la ONU lo incluya como uno de los Objetivos del Milenio. La educación, dice Shakira, es la herramienta más poderosa para romper el círculo de la pobreza.

Coincide este ejemplo con el reciente reconocimiento hecho por El Tiempo, Semana, El Colombiano, Caracol, PNUD y Fescol, mediante la entrega del Premio de Paz a los 2.500 habitantes de la Unión Peneya del Caquetá; caserío que restauró sus valores después de un desplazamiento de tres años, forzado por el conflicto armado en esa zona del país, y que también apeló a la causa educativa como la forma de trabajo para refundar su pueblo; para imponerse a la adversidad del desplazamiento, sobreponerse a los miedos y rehacer su comunidad en el municipio de la Montañita. Cabe recordar que esta distinción le fue otorgada al Proyecto Pueblo Soberano de Mogotes en 1999, por su altiva actitud para sobreponerse a las insidias disolventes del conflicto social.

A Juanes, también se le entregó honoríficamente este premio por su comprobada vocación para promover la convivencia y la paz entre los pueblos con sus conciertos de Frontera, y sus campañas de apoyo a las víctimas de la guerra, sobre todo de las minas quiebrapatas, desde su Fundación Mi Sangre.

Tres ejemplos de compromiso con el futuro de la vida social y un indicativo preciso del camino por el cual se debe avanzar con mayores énfasis y apoyo solidario, pues lo que está a la vista es la necesidad que tiene el país de una reeducación profunda de la sociedad para que se reencuentre con principios valederos para su fortalecimiento y desarrollo.

SI TODOS SOMOS CULPABLES…

Con el espejo retrovisor enfocado a gobiernos anteriores, y recordándole a tirios y troyanos los beneficios, dádivas y favores recibidos, en velada apelación al dicho popular “entre bomberos no nos pisemos las mangueras”, el Ministro de Agricultura salió avante en el debate de moción de censura promovido en su contra en el Senado de la República por el escándalo de AIS y, a decir verdad, su estrategia surtió el efecto esperado porque al margen de las componendas y retribuciones que seguramente se dieron, lo que se hizo evidente fue el lavado de manos y la cautelosa evasiva de responsabilidades, para finalmente aplicar la perniciosa lógica según la cual “si todos somos culpables, por tanto nadie es inocente, luego nadie es culpable”.

Es obvio que ha quedado en el ambiente nacional la idea de que, ante la magnitud de la cola de paja, lo que se impone es la permisividad con los vicios que corrompen la vida social, así como también ha quedado al descubierto la falta de un liderazgo efectivo en el comportamiento de las bancadas de todos los partidos, una preocupante incapacidad para aplicar sus reglamentos y en el caso de los llamados partidos de oposición, promotores del debate, una absoluta falta de coherencia en la cual sus dirigentes, y desafortunadamente sus candidatos presidenciales, pasaron inadvertidos.

Si bien es cierto que las últimas reformas políticas han pretendido que la democracia sea una competencia de partidos, lo que se ha visto en la práctica es la desaforada competencia por el tesoro público, las prebendas administrativas, contratos y compraventa de conciencias; prácticas éstas que han sembrado de descrédito al Congreso y desatado los niveles de corrupción del país a deshonrosos lugares, de acuerdo con los índices de percepción de la Oficina de Transparencia Internacional, y vamos irremediablemente, como anota impotente el Fiscal General de la Nación, hacia la “nigerización”.

Los males del país están a la vista y ojalá no los registremos como motivo para el pesimismo y la apatía, sino como la oportunidad para apoyar nuevos liderazgos que, con programas renovados, transparencia y valor cívico, asuman el relevo de una clase política que no ha dado la medida de una democracia incluyente y de una sociedad digna.

EL AJEDREZ POLÍTICO

La problemática situación que vive el país, tanto en el orden interno como externo, en la cual un hecho sucede al otro con escandaloso o grave impacto sobre la vida social, ha terminado por enrarecer el espacio político con miras a las próximas elecciones. La turbulencia generada por el debate sobre AIS ha malogrado las pretensiones de Arias y afectado la imagen misma del Gobierno, según la última encuesta de Invamer.

Temas como la incertidumbre de la economía, los inquietantes índices de desempleo, los enfrentamientos institucionales, la persistencia de fuerzas guerrilleras, el resurgir de grupos paramilitares, la inconveniencia del referendo reeleccionista, el agravamiento de la seguridad ciudadana, la deficiencia en la construcción de vivienda social, el deterioro de las relaciones con Venezuela, entre otros, empiezan a merecer la debida atención nacional. Se destaca que un 51% de los colombianos manifiesta una opinión desfavorable a la forma como el Gobierno enfrenta la corrupción. Todos estos factores contribuyen desafortunadamente a incrementar un pesimismo creciente (46%) frente al futuro del país.

Si bien es cierto que aún no se perfila un candidato que de verdad pueda contrarrestar el peso del uribismo y, sobre todo, penetrar una audiencia mayoritaria que persiste en la actitud de no querer oír ni entender cosa distinta al ensueño generado por el eficiente manejo mediático de la imagen presidencial y como reconocimiento, principalmente, por haberle devuelto a los colombianos la posibilidad de transitar por las carreteras y su comprobada capacidad de trabajo, también es verdad que con los resultados de la encuesta esta particular situación, según la cual el Presidente había logrado situarse más allá del bien y del mal en intocable dimensión en la cual todo pasaba por su lado y nada lo comprometía, comienza a perturbarse y se traduce en una caída de su favorabilidad.

Esta complejidad del ajedrez político nacional, profundizará la agudización de la inquietud presidencial frente a sus reales posibilidades de lograr su prolongación en el poder por la vía del referendo, así como también frente a las expectativas de triunfo de un sucesor de su absoluta confianza, con lo cual la encrucijada de su alma tendrá ahora nuevos motivos de dudas y surgen nuevos indicativos para ponderar en sus cálculos reeleccionistas.

JUSTO RECONOCIMIENTO

En la reciente entrega de los Premios Simón Bolívar, además de diferentes reconocimientos a la valiosa tarea periodística no siempre carente de dificultades y de controversias, especialmente en los últimos tiempos, dado su compromiso de informar con objetividad, de crear opinión crítica y de servir como punto de referencia para que la vida pública de la sociedad esté ajustada a los valores de transparencia y a la necesaria vigilancia crítica que ejercen los medios sobre la vida social, se ha hecho también un reconocimiento justo y merecido que enaltece por igual a la familia Galvis, a Santander y a todos las regiones que se han visto beneficiadas con la valiosa presencia periodística de Vanguardia Liberal, empresa que se ha consolidado y proyectado a toda la Nación.

La tesonera disciplina empresarial, el espíritu visionario, la energía siempre dispuesta para no ceder a las dificultades, la preservación del horizonte de principios democráticos que han servido como el norte seguro para orientar el trabajo periodístico, el mérito de su valiosa tradición, así como la fe en el buen destino de la Nación, de la región y de su propio futuro, constituyen, sin lugar a dudas, los motivos para el otorgamiento del Premio Simón Bolívar en la categoría Empresarial a Alejandro Galvis Ramírez.

El conglomerado periodístico articulado alrededor de Vanguardia Liberal, se ha consolidado, ampliado y potenciado como uno de los más importantes del país, constituyéndose en valiosa referencia para los santandereanos quienes a veces somos escépticos en cuanto a la capacidad de asociación para sacar adelante iniciativas empresariales verdaderamente importantes.

Addenda: A propósito de justos reconocimientos, resultó muy lucido el acto de conmemoración de los primeros 15 años de la Fundación Participar, en el que le fueron otorgadas las órdenes Aquileo Parra Gómez por parte de la Gobernación de Santander y la Gran Cruz de Oro Ciudad de Bucaramanga, por la Alcaldía Municipal, como reconocimiento al permanente trabajo que ha venido desempeñando, fiel a los postulados de sus fundadores y en los últimos tiempos, gracias a la encomiable labor de Cecilia Reyes de León, con exitosos programas de lucha contra la corrupción, apoyo a iniciativas de carácter cívico y educación en principios de buena ciudadanía, esenciales para nuestra sociedad.

LA CONSULTA LIBERAL EN PERSPECTIVA

La consulta liberal del pasado 27 de septiembre llegó a 1.400.000 votos y conviene ahora recordar que en las elecciones parlamentarias de 2006 votaron 1.436.677 personas por listas liberales y en las últimas presidenciales el candidato liberal obtuvo 1.404.235 sufragios, es decir que la votación del partido se mantiene constante. Esta consulta se hizo coincidir con la elección de directorios departamentales y municipales ante lo cual, la presencia de votantes estuvo fundamentalmente motivada y alentada por los políticos que pugnaban por tener presencia en esos directorios, que van a configurar las listas de aspirantes al Congreso.

Entonces, no es aceptable la consideración de que fue excesivamente baja la participación y mal puede dársele la interpretación de que era una especie de plebiscito en torno a la favorabilidad del presidente.

Al doctor Pardo lo eligió candidato liberal la base electoral del partido y su futuro depende de su capacidad de convocatoria a los liberales independientes, a los que no se sienten interpretados por los políticos tradicionales, a los que militan en otros partidos y el voto de opinión.

En sus primeras declaraciones se ha mostrado abierto y receptivo a la posibilidad de entendimientos con otros partidos, se ha presentado ecuánime, sin vacuos triunfalismos y enteramente realista. Si bien esta posición es razonable, no conviene desgastarse prematuramente en los aspectos mecánicos de estas posibles alianzas por cuanto nadie tomará decisiones hasta que se produzca la definición del referendo por la Corte Constitucional, se valide por votación popular y se tenga así, completo el panorama político de las próximas elecciones presidenciales.

Mientras tanto, debería ahondar en el proceso de consolidación interna del partido; lograr que todos acojan, como es natural, el mandato expresado en la consulta; y sobre todo iniciar una adecuada y desapasionada pedagogía acerca de la inconveniencia de la nueva reelección de cara a nuestra salud democrática.

Si bien hay que darle continuidad a los buenos logros gubernamentales en seguridad, son muchas las cosas que es preciso corregir. No podemos seguir por el camino que parece abrirse paso según el cual, por elegir una autoridad como la que irradia Uribe, que le gusta tanto a tantos colombianos, terminemos eligiendo la anarquía de una corrupción invasiva.

90 AÑOS A LA VANGUARDIA

Dentro de las propuestas que surgieron en Colombia para propalar las ideas liberales en un momento de hegemonía partidista, nació Vanguardia Liberal. De este modo se integró Santander al esfuerzo que lideraron incipientes sectores progresistas de la sociedad colombiana, para abrir las mentes a un pensamiento libre y secular, afirmado en los presupuestos de la razón. Algunas importantes instituciones de Educación Superior asumieron la fundamentación de este ideario, que encontró en el periodismo el espacio propicio para su expresión.

Aunque ha tenido que sortear grandes dificultades, Vanguardia Liberal ha permanecido fiel a estos postulados doctrinarios, gracias a la orientación siempre vigente de su fundador Alejandro Galvis Galvis, y con Alejandro Galvis Ramírez, encontró la forma para consolidarse y proyectarse, hasta convertirse hoy en el más importante conglomerado periodístico del país, sustentado en la invaluable gestión de tantos forjadores de su grandeza en todas sus épocas, tales como el aporte cultural de Clarita Blanco de Galvis, el administrativo de Zoraida Uribe, el empresarial de Francisco Serrano, y muchos más, con los cuales ha llegado a ser el medio emblemático del Departamento y referencia de opinión en la Nación. Esta Casa asegura ahora su permanencia en el tiempo, bajo el fresco liderazgo de la nueva generación representada por Alejandro Galvis Blanco y Sebastián Hiller Galvis.

Como espacio de expresión universal y acogedor de la pluralidad, Vanguardia Liberal ha contribuido a la preservación del espíritu libertario de la comunidad santandereana. En sus páginas ha quedado la huella intelectual de tantos y tan ilustres coterráneos que en este periódico se han expresado sin limitaciones y han impulsado ideas de modernización y de pensamiento crítico. Ha sido permanente también, su vocación de apoyo a las iniciativas ciudadanas que se han traducido en hitos de bienestar y desarrollo para esta región.

El esfuerzo por mantener los canales de comunicación abiertos al libre pensamiento no tiene caducidad, tal como se pudo apreciar en las intervenciones oratorias del acto central de la conmemoración de su Nonagésimo Aniversario. Talante que reitera el valor que representa para este diario la preservación de la vida democrática colombiana. Éste es el sentido social de una Institución que constituye hoy un gran motivo de orgullo para los santandereanos.

EL MÍNIMO CIVILIZATORIO

Con el propósito de suplir el vacío de cifras confiables que tenía el país desde junio de 2006, en lo referente a mercado laboral, pobreza y desigualdad, por cuenta del cambio de la metodología introducida por el DANE en las encuestas de hogares, se creó la Misión para el Empalme de las series de Empleo, Pobreza y Desigualdad MESEP, que acaba de entregar su primer informe.

Si bien los resultados obtenidos muestran una reducción en los índices de pobreza e indigencia en el periodo entre 2002 y 2008, es preocupante que la cifra absoluta, por efectos del crecimiento poblacional, continúa en ascenso con 20 millones de colombianos pobres y 7 millones indigentes, y que dentro del intervalo considerado se observe un claro deterioro entre los años 2005 y 2008. Como explicación, la Misión anota que dicho deterioro obedece a que la inflación en los alimentos fue superior a la inflación total.

Coincide este informe con la revelación de crecientes cifras de inseguridad en las principales ciudades, en donde se aprecia que va en aumento la actividad de las bandas de atraco callejero, el sicariato, el comercio de drogas, los paseos millonarios, la violencia infantil en los colegios, los desmanes de las barras bravas, y que todas las modalidades del crimen asedian en los centros urbanos. El Comandante de la Policía aduce que el crecimiento de la inseguridad se debe a la presencia del narcotráfico.

Aunque una y otra explicación pueden ser razonables, es imperativo que se de un viraje a la política gubernamental, claramente enfocada a acoger la práctica económica según la cual, la fuerza del mercado define las posibilidades de desarrollo de la sociedad, pues si bien es aceptable que el mercado defina a qué automóvil puede acceder una persona, no es aceptable que esa misma consideración se haga cuando se trate de la posibilidad de contar con salud, educación o una vivienda digna, ó de su real y efectivo ejercicio ciudadano, pues la democracia exige unas condiciones mínimas para la solución pacífica de conflictos y para albergar una paz duradera. Esta acción reguladora debe recaer en el Estado, con lo que el filósofo Norberto Bobbio llamaba el “mínimo civilizatorio” que tiene que existir en toda sociedad.

EL ENCUENTRO DE BARILOCHE

Como era de esperarse, este encuentro de Presidentes de la Unión de naciones suramericanas UNASUR, sirvió para evidenciar las diferencias que animan la vida política de sus países y la palpable marginalidad de la OEA, como escenario natural para dirimir los problemas de América. UNASUR se inscribe como una alternativa apenas incipiente en el propósito de la conformación de un deseable bloque regional, capaz de competir en este mundo globalizado.

La transmisión en directo del evento distrajo la atención de los oradores, quienes hablaban para sus públicos y no con el objetivo cierto de enfrentar los problemas en su verdadera dimensión. La reunión dejó escapar una oportunidad para plantear soluciones alternativas, unificar criterios y liderar una salida proactiva frente al problema del narcotráfico, y sobre el cual han fracasado una y otra vez los convencionales métodos de control represivo, tanto en el campo de la producción como en el comercio y consumo, con registros cada vez más crecientes. Ojalá el anunciado Consejo Suramericano de Lucha contra el narcotráfico, trabaje en esa dirección para presentar una sólida posición de Suramérica frente a los mayores países consumidores.

Tal vez por la carencia de instrumentos efectivos para actuar en UNASUR, las cosas no pasaron más allá de una declaración de buena voluntad, y de la retórica de trabajar en escenarios complementarios como la reunión de Cancilleres y Ministros de Defensa, pero nada indica que este grupo esté en condiciones para asumir con propiedad un liderazgo efectivo en torno al delicado tema de la seguridad regional que ahora se inquieta con la mayor presencia en Colombia de la primera potencia militar, sustentada en su evolucionada tecnología y cuyos intereses geopolíticos no se van a detener en la pequeña tarea de mirar hacia la solución de unos conflictos internos, y con las escaramuzas armamentistas de algunos vecinos.

Por lo menos esta cumbre sirvió para que los países de UNASUR se miren hacia adentro, hacia la precariedad de los mecanismos de la unión con que sueñan desde los discursos mismos de sus fundadores, pero donde sigue primando el espíritu de las disensiones y la incapacidad para vislumbrar, más allá de intereses particularistas, la importancia de la unidad de América.

EL SIGLO DE LA DESRURALIZACIÓN

Así califica el científico polaco Ignacy Sachs, de la Escuela de Estudios Sociales de París, al siglo XX, por haberse sucedido en ese periodo intensos procesos migratorios de la humanidad, y registrar a su terminación la presencia de casi un 80% de la población mundial en conglomerados citadinos, aunque, como bien lo anota, no es dable aceptar por esa sola condición que dichas personas se hayan convertido en ciudadanos urbanos.

El concepto de urbanización ha de redefinirse, pues debe significar ofrecer a los que ocupan el espacio urbano no sólo condiciones de vivienda decente, empleo e igualdad de oportunidades para sus hijos, sino, sobre todo, el ejercicio pleno de su ciudadanía.

Este fenómeno adquiere especial penalidad en nuestro país, donde, además de ser fiel reflejo de este comportamiento migratorio, se encuentra potenciado por las especiales características de marginalidad que presentan los nuevos habitantes de las ciudades, dentro de los cuales se contabilizan 4 millones de desplazados por la violencia que hoy se debaten en la miseria absoluta, y cuya condición mereció recientemente especial registro informativo con motivo del desalojo del parque Tercer Milenio en Bogotá.

El más importante problema que caracteriza la crisis urbana actual, es el desempleo. Según la Organización Internacional del Trabajo, hay 700 millones de subempleados y 120 millones de desempleados a nivel mundial. En términos generales, un 30% de la fuerza de trabajo del mundo sufre esta crisis y para superarla se deberían generar 1000 millones de nuevos puestos de trabajo en los próximos 10 años, de acuerdo con estimativos de la ONU.

Estremecedores datos que llevan a Sachs a advertir que el desempleo no se solucionará expandiendo la economía informal; esa actividad no resuelve un problema de esa magnitud, y es más bien una perversa y cómoda abstracción. En los países en vías de desarrollo, el sector informal funciona como un biombo para ocultar lo que en otras latitudes sería un desempleo masivo.

La creciente marginalidad de la pobreza reta al mundo a actuar con prontitud en la imaginación, diseño y constitución de una nueva actitud frente a problemas que de no enfrentarlos con decisiones de profundo calado, no habrá espacio para la esperanza de esta sociedad.

EL PREMIO A UNA VOCACIÓN

En el acto de recepción del premio Rómulo Gallegos de Literatura, por su novela El país de la canela, el escritor William Ospina pronunció su discurso titulado El elogio de las causas, en el que da cuenta de su ya largo trabajo de indagación sobre la condición de América y su proyección continental.

Muchos años de estudios anteceden este reconocimiento, desde cuando se formuló la pregunta “quién soy como colombiano” en su primer libro de poemas El país del Viento, escrito con el propósito de despertar conciencia de un pasado más hondo y complejo; inquietud que enriqueció con la lectura de las “Elegías de varones ilustres de Indias” de Don Juan de Castellanos, referencia capital para su trabajo ensayístico Auroras de Sangre y de la trilogía de novelas Ursúa, El país de la canela y La serpiente sin ojos, de próxima aparición.

Los hechos de la conquista española han sido su soporte para descifrar lo que significó la intromisión de la cultura europea en el nuevo mundo, a partir del idioma que en su desarrollo se transformó en el Español de América; lengua mestiza como sus habitantes, de cuya condición se precia al decir “basta visitar una comunidad nativa para entender que no soy indígena pero me basta visitar a Europa para saber que no soy europeo”.

Vienen bien sus juiciosas reflexiones, a propósito de la celebración del Bicentenario, cuando anota que sería triste que a estas alturas le siguiéramos pasando cuentas de cobro a España y a Europa por los hechos de la Conquista, pues supondría un desconocimiento imperdonable de la grandeza y las hazañas de los constructores de nuestras patrias. “Lo que ahora tenemos que responder es qué hemos hecho y qué hemos dejado de hacer con nuestra América, en estos dos siglos de vida independiente. Ya podemos mirar la historia universal y la historia de España, y la historia de América y decirnos, con amor, como el poeta: Se precisaron todas esas cosas para que nuestras manos se encontraran”.

Gran anhelo éste de unidad continental, que le propone Ospina a América, y que se ha dilapidado tantas veces por ambiciones e intransigencias políticas que no lo han dejado prosperar.

EL BICENTENARIO

Se ha iniciado la conmemoración de los doscientos años de la independencia de la Nación, por lo menos en lo que se refiere al simbólico acto ocurrido el 20 de julio de 1810, aunque algunos preferirían que esta celebración se diera tomando como referencia el año 1819, cuando militarmente se puso fin a la presencia colonizadora española.

Al cabo de estos 200 años de historia, las naciones bolivarianas hemos sido sorprendidas atravesando procesos de desmembramientos, dispersión, egoísmos y enfrentamientos, los mismos por los cuales no fue posible la consolidación de una gran nación, como lo soñara El Libertador. No se ha podido encausar la democracia por las vías incluyentes y de equidad, ni resolver los problemas de una sociedad, siempre al borde de los umbrales de la pobreza, trasluciendo condiciones de inestabilidad, violencia y obstáculos para el desarrollo.

A un año de este acontecimiento, se ha dado como adelanto la rememoración de la Ruta Libertadora que puso en evidencia el aislamiento de esta región, cuyos habitantes, al parecer, aún transitan por las mismas trochas de entonces. Este festejo representa una posibilidad para que la Nación se mire en perspectiva, sin la conservadora tendencia de volver la mirada hacia el pasado para alimentar grandezas frustradas o sentimientos de nostalgias y lamentos sobre lo que pudo ser y no fue. Los registros de la historia son para que el presente social los revalide y se los apropie para construir su futuro.

Debemos aprovechar esta oportunidad para tomar mejor conciencia de nuestros destinos; para retornar a lo básico, a plantear una acción que nos sitúe en la ruta de una sociedad dispuesta a entender la importancia de la convivencia pacífica, capaz de superar las mezquindades que dividen, que atrofian las instituciones, y obstaculizan la realización de las ideas que animaron la fundación de nuestra nación. Sin olvidar que una de las más promisorias de entonces, fue la de soñar con una expresión continental de unidad para estos países, hoy distorsionada por retóricas populistas, salpicadas por intervenciones indebidas, oscuras relaciones, y quebrantada por ambiciones personalistas que enturbian el mapa de su integración, mientras otras regiones avanzan claramente en la consolidación de su intercambio comercial y el debido respeto político.

AÚN ES TIEMPO PARA LA ENTEREZA

Para el próximo miércoles se ha convocado a reanudar clases en la UIS y el tema de la reelección del Rector sigue en la palestra pública, ocupando medios locales y nacionales, por la sencilla razón de que no se han resuelto las inquietudes que llevaron a cuestionar su proceder, con motivo de las conversaciones que sostuvo con un supuesto delincuente.

Ha faltado explicación cierta que dé tranquilidad a estudiantes, profesores y a la sociedad misma, dada esa extraña situación, por decir lo menos, en la que desafortunadamente se ha visto comprometida la figura del Rector y, con ella, la prestancia de la Universidad; precisamente, la Institución que por su misión educadora es la más llamada a salvaguardar claros principios y valores que orientan la vida ciudadana.

No se puede salir del paso con evasivas y desvíos de atención para crear falsos problemas, como ha ocurrido con las interpretaciones estrechas sobre el sentido profundo de la Autonomía Universitaria que hoy se intenta reducir a la defensa de una desacertada decisión del Consejo Superior; ó con las versiones de que los políticos regionales se quieren tomar las universidades públicas, pues en Santander este riesgo no ha sido evidente, y, por lo demás, la intervención del gobernador Serpa, es necesario decirlo, ha estado regida por un absoluto respeto a las estructuras de decisión de la Universidad; ó invocar la excelencia de una gestión, por cierto, controvertible.

Tampoco es atinado menospreciar la crítica y pretender acallar las voces que hoy tratan de expresar inconformidad ante esta coyuntura, cerrando las puertas de la Institución. Acaso, ¿es concebible una universidad sin estudiantes?

Y como no se puede garantizar buen suceso de la vida académica sin la base de una respetada gobernabilidad, es de esperar que el Rector asuma con entereza que la vida de la Universidad está por encima de intereses particulares, y se retire temporalmente del cargo para dar espacio a que la Fiscalía y organismos competentes aclaren la responsabilidad de sus actuaciones y la de quienes resulten implicados, poniendo a salvo el principio de autoridad, hoy viciado por todos estos infortunados sucesos, e impidiendo su capitalización por grupos anarquistas. Un fallo favorable permitirá su regreso con renovada credibilidad.

ORGULLOS SANTANDEREANOS

Constituye motivo de verdadero orgullo registrar el sitial de honor en el que se está colocando nuestro emblemático Cañón del Chicamocha, actualmente es 8 en su categoría, en el certamen internacional convocado por una fundación suiza para escoger las 7 nuevas maravillas del mundo. El cierre de la votación se producirá mañana, 7 de julio, y en él se acogerán 77 bellezas preseleccionadas; el 21 de julio, con la asesoría de la UNESCO, se llegará a 21 finalistas, para que en el 2011 se produzca la definición, luego de la visita que realizarán expertos a cada una de ellas. Quienes aún no han votado, lo pueden hacer en: www.colombia.travel www.santander.gov.co y www.new7wonders.com.

Esta ocasión, en la que ha sido relevante el entusiasmo de los santandereanos, debe constituirse en motivo de reflexión acerca del real sentido de nuestros bienes y valores, la importancia de preservar nuestras riquezas naturales y el desarrollo de su potencial turístico, pues además de los beneficios sociales que trae, es expresión cultural de apertura y medio privilegiado de comunicación que permite mostrar “nuestro mejor nosotros”. Los valores culturales se reafirman cuando los otros los reconocen e identifican.

Y a propósito de votaciones, resultó muy justa la escogencia que hicieran los santandereanos para que nuestra gloria musical, el maestro Alfonso Guerrero García, reciba homenaje nacional, el próximo 20 de julio, en la segunda versión del Gran Concierto que organiza el Ministerio de Cultura.

Su presencia artística ha marcado un hito en nuestra tradición musical desde los tiempos de la Rondalla Bumanguesa, y luego con la animación de sus diferentes agrupaciones y orquestas en todos los eventos y convocatorias regionales de importancia. Virtuoso en la ejecución de por los menos 7 instrumentos musicales, es pertinente resaltar su obra de difusión cultural desde la dirección de la lamentablemente desaparecida Banda del Departamento, durante 20 años. Recuerdo su profesionalismo y consagración cuando a raíz del concurso para escoger el Himno de Santander en el año 1988, y a pesar de no ser ganadora su composición, se dedicó con entusiasmo sin igual al montaje de su primera versión oficial, a partir de la cual el himno fue calando en el corazón de los santandereanos hasta representar hoy magnífica identificación.

COLOMBIA DESCONFIADA

Presentó la Revista Semana los resultados de una encuesta realizada en las principales ciudades del país, referente al nivel de la confianza de los colombianos sobre diversos aspectos e instituciones de la vida nacional, y su comparación con ejercicios similares a nivel mundial. Sólo el 40% de los encuestados confía en el Gobierno Nacional, que es la institución de mayor credibilidad, mientras que gobernaciones, alcaldías, entidades financieras y Justicia, merecen niveles inferiores hasta llegar a un 15% la confianza respecto a los propios funcionarios del Gobierno. A la pregunta de si se cree que la gente que conduce el país hace las cosas bien, un 70% de la opinión fue negativa, con un nivel de rechazo solamente superado por Panamá, Honduras y Perú en Latinoamérica. Con relación a cómo vemos el futuro social y económico, sólo el 11% tiene confianza en el país, presentando un resultado muy inferior respecto a otras latitudes como Asia con un 43%, Norteamérica 48% y Latinoamérica 23% en promedio.

Señala la encuesta que los colombianos sólo mantienen un fuerte anclaje de confianza en el orden familiar y muchas prevenciones para la creación de vínculos de asociación. Se refleja así el espíritu desconfiado que se cuida de los demás, tal vez como consecuencia de la infiltración en la sociedad colombiana de un perverso mundo solapado que actúa entre bambalinas y en componendas oscuras.

La confianza en las instituciones se da por la tranquila desprevención que se genera progresivamente, al comprobarse la transparencia de palabras y acciones de sus representantes, que nada encubren. Sólo así se construyen los vínculos sociales que permiten abrirse acogedoramente hacia los demás, para dar curso a un ambiente propicio al progreso y desarrollo nacional. El restablecimiento de la confianza social pasa por el propio de la Justicia, que hoy sólo merece un reconocimiento del 28%, y que debe dar señales claras de su administración pronta y cumplida, con eficiente castigo a los que se aparten del buen ejercicio ciudadano. Debe entenderse que la creación de confianza se fortalece en la sociedad, mediante adecuado trabajo educativo que restablezca los valores y, en este aspecto es saludable, en principio, que un 80% de los colombianos creen en sus profesores.

POLÍTICA, ODIO Y OTRAS EMOCIONES

Muy acorde con la actualidad nacional resultó el foro sobre este tema, organizado por la Universidad Nacional de Colombia, con la dirección del eminente profesor de la Universidad de New York Stephen Holmes, caracterizado defensor del llamado “liberalismo constitucional” que se fundamenta en la idea de que un gobierno que se ajuste a normas preestablecidas puede ser más poderoso que uno que no respete límites, y durante el cual fue calificado como altamente riesgoso para el país el clima de creciente polarización que lo invade, de cara a la definición del próximo periodo presidencial.

Los expertos en comportamiento masivo coinciden en señalar que no hay nada más aglutinador de una sociedad que un sentimiento colectivo, trabajado mediante una profusa acción de medios, hasta lograr la adhesión pasional a una causa. Convocatorias a definiciones trascendentales hechas bajo este estímulo, representan alta posibilidad de que la gente exprese el efecto de la motivación, antes que una decisión razonada. A estas manifestaciones ha sido históricamente permeable nuestra sociedad, y el comportamiento emocional que nos caracteriza ha sido alimento de muchas jornadas democráticas pero también de guerras civiles y de las violencias que han entorpecido el progreso y el bienestar de los colombianos.

La estimulación pasional conduce al afloramiento de sectarismos, a la pérdida de la capacidad crítica de una sociedad, y, sobre todo, a condescender con los postulados de que el fin justifica cualquier medio para conseguirlo. Se desatiende así uno de los principios de la democracia cual es el de la autorregulación, es decir, la capacidad de establecer límites estables y respetados que permitan el entendimiento y la coherencia en la vida social y política. A este principio apunta Holmes, cuando hace referencia a que la Constitución de una nación no debe ser entendida como una frontera corrediza y quebrantable, según particulares conveniencias, ni tampoco como un rígido sistema normativo diseñado para limitar la expresión popular, sino que precisamente debe asumirse como el medio eficaz para asegurar que la democracia perdure, pues es su condición de salvaguarda, estabilidad y optimización.

Sembrar pasiones no le conviene a la vida política de una sociedad que quiera perseverar en la construcción de una democracia viva e incluyente.

EL BANQUERO DE LOS POBRES

A partir de reciente encuentro celebrado en Cartagena se dio vía libre a la iniciativa de reproducir en el país la idea del Banco de los pobres, original de Muhammad Yunus en Bangladesh, y que surgió como respuesta al dolor generado por la hambruna que padeció esa nación en 1974 cuando las personas hambrientas, provenientes del norte, llegaban a su capital Dacca, y simplemente se tendían en las entradas de las casas sin hacer ruido, y allí esperaban a que les llegara la muerte.

Por su propia iniciativa, con un aporte de 27 dólares, rescató a 42 víctimas de los prestamistas, y poco a poco fue dándole la configuración al Banco Grameen (Banco rural o de los pueblos), hasta llegar a beneficiar en 2006 a casi 7 millones de personas pobres, de las cuales el 97% eran mujeres de 73.000 localidades de Bangladesh, como quiera que los préstamos a mujeres, según su experiencia, siempre han redundado en mejores beneficios para las familias; ha acumulado créditos por 6.000 millones de dólares, con una impecable tasa de reembolso del 99% y un importe típico de 12 dólares por persona.

Reconfortante experiencia ésta que fue avalada con el otorgamiento del Premio Nobel de Paz en el año 2006, y que su autor interpretó como la constitución de una inextricable conexión entre paz y pobreza, ya que ésta es una amenaza para la paz. Hoy, el 58% de los prestatarios del banco han superado el umbral de miseria, y anota Yunus que “la hostilidad y la ira que generan la pobreza más absoluta no pueden ser sostén de la paz en ninguna sociedad”.

Es en este sentido que orientar la idea del Banco Grameen hacia la creación de oportunidades emprendedoras para los pobres de nuestro país merece la bienvenida en esta sociedad fatigada por la guerra y las violencias. Ojalá podamos asimilar esa fe inquebrantable en la creatividad del ser humano que inspira esta iniciativa, y que ha llevado a sus autores al convencimiento de que las personas no nacen para sufrir la miseria del hambre y la pobreza, sino que es la sociedad la que nunca les ha dado la base sobre la cual crecer.

OPORTUNIDAD PARA LA JUSTICIA

Sociedades reguladas por una justicia ecuánime, no aceptan condenas a inocentes ó que se deje el campo abierto a la impunidad. Este es un principio inequívoco y toda la ciudadanía tiene derecho a estar vigilante para que eso no ocurra. Entre tantas imprecisiones y tropiezos, se abre ahora una esperanza de confianza en la justicia, con la reapertura del caso Luís Carlos Galán que, al parecer, con nuevos indicios y sobre todo, teniendo en cuenta declaraciones ignoradas ó tenidas en cuenta en forma parcial, podría ahora sí enrumbarse hacia la clarificación de este crimen cometido hace 20 años.

Es evidente que los valores ciudadanos están sustentados, en buena medida, en la acción proba de la justicia, y es éste un asunto que le compete a los funcionarios del Estado que han intervenido en este proceso, pues si cada uno hubiera actuado de cara a lo público, con transparencia y acatamiento de la ley, no habrían tenido lugar esos comportamientos encubridores o las aviesas tácticas para desviar la atención de la justicia hacia la inculpación a cinco personas, entre ellas el fallecido Hubis Hazbún, a quienes después de 42 meses de encarcelamiento se les notificó que nada tenían que ver con el caso. Típica apelación al recurso que Girard expone en su libro “El chivo expiatorio”, de buscar en una víctima inocente la absolución del crimen.

Cuánto daño se le ha ocasionado a la sociedad colombiana con ese malévolo subterfugio de inculpar a la víctima propicia ó de escudarse tras el parapeto de sospechas hábilmente creadas, para evadir las responsabilidades propias, culpando a los demás. Así ha hecho carrera esa especie de astucia nacional del avivato, que recurre perversa e inescrupulosamente a cualquier artimaña para pretender escapar airoso de situaciones comprometedoras, cuando no llega hasta el cinismo de convertirse en depositario de la condolencia social.

Estas son las formas de la vida fácil que no pueden prosperar más en nuestra sociedad. Empezar por aclarar el asesinato de Galán, tan sentido en el corazón de los colombianos, es oportunidad favorable para que nuestra justicia se valide como institución que contribuye efectivamente a la salvaguarda de la democracia que se funda en el respeto a la Ley.

ENEMISTAD NACIONAL

El registro del acontecer que se publica en los distintos medios de comunicación, las charlas de café y hasta las reuniones familiares, se han convertido en indicativo de una preocupante polarización política que cada día cobra más resonancia en la vida colombiana. Se trata de la fragmentación de la sociedad en posiciones cada vez más sectarias, en la forma de una maniquea discriminación investida de subliminales apropiaciones religiosas, según la cual quien muestra un desacuerdo con nuestro pensamiento ya está del lado del mal, descalificando cualquier sentido de la crítica y de la condición democrática del pluralismo. El resultado de esta conducta es la emergencia de una cultura de la sospecha que divide y enfrenta irreconciliablemente en una especie de enemistad nacional.

Por otro lado, también la adhesión incondicional al Gobierno está abriendo sorprendentes espacios de tolerancia y permisividad con situaciones que a toda luz son reprochables. Este comportamiento, que se generalizó como reacción explicable frente a las violencias guerrilleras y paramilitares, ha generado métodos perversos, actitudes, vicios y nuevas barbaries como los llamados falsos positivos, y ha permitido que a su sombra florezcan relaciones inaceptables y formas de corrupción ó de riqueza rápida que pasan camufladas en una corriente que arrolla y no se detiene ante principio alguno, porque en una sociedad apasionada estas acciones cobran credencial de astucia y buen recibo.

Este mal espíritu social que se está gestando no es caldo de cultivo apropiado para lograr la paz que se anhela en nuestro país, y pareciera que antes que acercarnos cada día nos alejamos más, si evaluamos lo vivido en el proceso recorrido por Suráfrica. El expresidente De Klerk afirma que la búsqueda de la paz es más una obligación de carácter moral que política, y por tanto debe estar fundamentada en principios muy sólidos e inamovibles pero, además, requiere una disposición de ánimo que permita abrir puertas hacia el entendimiento y a la generación de confianza sin los cuales difícilmente se logran acuerdos satisfactorios. Conviene tener en cuenta su apreciación, según la cual luego de un conflicto armado, aún en el caso de una victoria militar, es indispensable un proceso de reconciliación si se aspira a llegar a una paz duradera.

GENEROSIDAD Y TRANSPARENCIA

Una lección de comportamiento político para los colombianos significó la brillante conferencia del expresidente Frederik Willem De Klerk, en el marco del Foro de Liderazgo de El Espectador, en la cual nos ilustró sobre el proceso que condujo a Suráfrica a la paz, luego de que hace 25 años se evaluara este conflicto como imposible de dirimir ante la creciente ira negra, el aislamiento internacional, la dispersión de su población en 23 partidos políticos y 11 idiomas oficiales.

De Klerk relató que en 1986 su partido llegó a la certeza de que el país iba camino a su destrucción y, convencidos de que la paz justifica todos los riesgos y sacrificios, decidieron con total convicción que era preciso trabajar en esta dirección -aún a costa de la propia disolución de su partido, como en efecto ocurrió- con el propósito de demostrar generosidad y transparencia, actitudes que presidieron este empeño nacional. Una negociación que abrió las puertas a la inclusión, mediante el respeto, acuerdos claros y lealtad con el adversario.

Estos postulados se tradujeron progresivamente en los factores de entendimiento entre las partes, hasta llegar en 1990 al anuncio del fin del Apartheid y a la promulgación de una nueva Constitución donde pudieron incorporar los temores de unos y otros, y también sus aspiraciones, para finalmente pactar una amnistía, conocer la verdad y avanzar en una reconciliación que se presenta duradera, pero que exige permanente actitud de desprendimiento. Hoy Suráfrica se destaca como una nación ampliamente reconocida; su capital es la que alberga una mayor representación diplomática, después de Washington, y presenta envidiables índices sostenidos de crecimiento y erradicación de la pobreza.

A nivel local, contrasta la experiencia surafricana con lo sucedido en el reciente proceso para designar rector de la UIS, donde las consideraciones francamente personalistas se impusieron a los altos intereses institucionales, y la convocatoria no dio tiempo para concentrarse en la mejor proyección de la Universidad, pues la atención se distrajo en un ambiente enturbiado por los agravios. No hubo espacio para ponderar con serenidad la situación y, con la reelección, todo se precipitó en una salida que deja a la comunidad universitaria fragmentada y sumida en la incertidumbre. Faltó respeto, transparencia y generosidad.

EL DERECHO A LA BASURA

Impacta la frase. La pronunció una mujer en el Congreso de la República en reciente debate, cuando solicitaba que no le impidieran el acceso a los desperdicios que reciclaba para su infravivencia en este mundo. Demanda aparentemente insólita que proviene desde las márgenes de una democracia como la colombiana que no se ha caracterizado por sus tendencias a la inclusión.

Quizás pasó desapercibida en esa sesión, y difícilmente nos acordaremos en adelante de su invocación, por la misma sordera cínica ó impotente con la cual nos hemos venido acostumbrando a recibir los cuestionamientos de demanda de atención social. Así pasó la voz que clamaba en un desierto de indiferencia por su derecho a la basura. No obstante, aunque se trató de un momento fugaz propiciado por la publicidad de las cámaras de televisión, ahí quedó esa imagen de la mujer que reclamaba su apego a ese último hilo de supervivencia que deriva de lo que para otros compatriotas son simplemente desechos.

Es un signo mordaz, una descarnada expresión de la pobreza que se genera con la falta de educación y de oportunidades, y que se ha acrecentado con los implacables procesos de exclusión generados por el desplazamiento forzado y la concentración de energías de los gobiernos en el crecimiento de los índices macroeconómicos, despreciando políticas de contenido social cierto, sin detenerse a medir la potenciación de estas expresiones marginales que van diluyéndose en la frustración, hasta caer, tal vez, en las tentaciones de la violencia que encuentra en la desesperación, fuente propicia.

Cuánto bien le haría a la conciencia política nacional una lectura más atenta de estos hechos que cada día proliferan con mayor fuerza en la vida de los colombianos. Son manifestaciones de un problema social de hondo calado que persiste y que es levadura de violencias. Si no lo atacamos de raíz, nunca se tendrán condiciones estructurales para la consecución de una paz duradera.

La voz de esta mujer es el reclamo de una oportunidad ante los precarios recursos que ofrece la marginalidad en la que sobrevive. Esas voces son las que se merecen el buen oído de la política y la mejor atención de los planes de gobierno.

POR SOBRE TODO, LA UNIVERSIDAD

Los malhadados hechos que han alterado la vida de la UIS demandan la necesidad de hacer la más rotunda claridad sobre el asunto, tal como lo exige la opinión pública y la imagen misma de tan prestigioso centro académico, para desvanecer hasta el más mínimo resquicio de sospecha. Así mismo representa la gran oportunidad para que esta valiosa comunidad y sus organismos de gobierno, sitúen la mira en la salvaguarda de la institucionalidad, por encima de cualquier interés o consideración particular.

Es en estas situaciones cruciales donde se impone el espíritu de grandeza y de desprendimiento en favor de los intereses institucionales. Es el momento de la gran responsabilidad de sus directivos para despejar la confusión y restituir el cauce de normalidad que haga viable la compleja tarea misional de construir conocimiento y cumplir su función educadora.

Esta es la actitud que se debe recuperar cuanto antes, para asumir con serenidad, apartando las pasiones que han despertado estos hechos, el análisis de las hojas de vida y ejecutorias de los candidatos a la rectoría y, proceder al estudio, discusión y evaluación de sus propuestas, para que se pueda escoger a la persona que mejor convenga al Alma Máter que, por su prestancia social, demanda de su rector no sólo la mejor calidad académica sino la seguridad de que procederá con la transparencia de quien se convierte en ejemplo de rectitud por la misma dignidad de su investidura.

Se espera que la comunidad actúe con madurez en la consulta programada y que el Consejo Superior acierte con su mejor sabiduría respecto a la persona que va a dirigir los destinos de la Universidad; que nada enturbie el camino de esta generosa Institución para que pueda proseguir ejerciendo el noble destino que le ha encomendado la sociedad como jalonadora de su bienestar y progreso.

Cada uno desde su interior debe sopesar el sentido de su compromiso con la estabilidad de la Universidad Industrial de Santander. Cada cual debe asumir a conciencia la actuación que más contribuya a la preservación de la tranquilidad del colectivo. Encarar esta responsabilidad con la mayor entereza es lo que exige este momento crucial de la vida universitaria.

LA RENDICIÓN DE CUENTAS

La rendición de cuentas es algo más que un inventario de cifras. Si bien es cierto que los programas contra la corrupción tienen un sentido alentador en cuanto se trata de una defensa de la moral pública que tanto se requiere en estos tiempos disolutos, no obstante, tienen la tendencia a concentrarse en el énfasis sobre la 'corrupción económica', definida por Hardt y Negri en Multitud como la "desviación ilegal de los recursos de los sistemas públicos para lucro privado". Aunque se trata de un fenómeno grave, es tan sólo la punta del iceberg pues los vicios concomitantes como el nepotismo, el clientelismo, el amiguismo, la simonía, las canonjías, y las cortapisas a la justicia misma, constituyen expresión de ese fenómeno creciente de desintegración ciudadana que tanto debe preocupar a una sociedad democrática.

La moral pública resulta afectada por estos vicios, y una ciudadanía participativa no puede constituirse con una justicia a medias, cuestionada frecuentemente por sus resultados precarios como ha ocurrido en recientes manifestaciones de importantes voceros de la comunidad europea y norteamericana, ó por valientes testimonios como el que ha generado el padre jesuita Javier Giraldo Moreno, quien señala ese perverso tejido de complicidades institucionales como el mal que ha trastornado tan profundamente a la sociedad colombiana. La conciencia de la humanidad se siente comprometida con la búsqueda de la VERDAD y de la JUSTICIA y acepta con agrado someterse a mecanismos institucionalizados que faciliten su aproximación, así muchas veces impliquen molestias, esfuerzos o incomodidades personales. Lo que no puede aceptar una conciencia ética es involucrarse en mecanismos institucionales que, tras ficciones o simulacros de verdad y de justicia, conduzcan precisamente a contribuir en la práctica y positivamente con la falsedad y la injusticia.

La rendición de cuentas tendrá que tomarse en un sentido holístico y asumirse a la manera clásica; esto es, que no se detenga en el mero inventario de contabilidades sino en razones políticas, que propicien el control de la gestión social desde una perspectiva más pluridimensional y, por lo tanto, más alentadora de los principios formativos que animan la vida de una ciudadanía participativa y vigilante del valor social que deben tener siempre las acciones del gobernante.

VOCES DE ALERTA

Llama la atención que, desde distintas fuentes, incluyendo un reciente editorial de El Tiempo, se hagan públicas ciertas reservas sobre el comportamiento de instituciones de tanta trascendencia para la vida de la democracia, como son la Fiscalía, la Procuraduría, la Corte Electoral, el Consejo de la Judicatura y la Corte Constitucional, para no hablar del Congreso, siempre en la picota por su errático proceder.

La responsabilidad que le atañe a los medios de comunicación, en razón de su propio discurso crítico, constituye factor suficiente para atender estas voces que reclaman transparencia y signos inequívocos de que se está dando cabal cumplimiento al ejercicio de las funciones encomendadas a estas instancias del poder público.

Las sociedades no tienen otro asidero para su preservación que la propia consistencia de sus instituciones. Ellas son las que le generan confianza mediante la guarda del orden en la plenitud del espíritu del derecho y de la autonomía; en la preservación del necesario equilibrio de poderes en el cual se soporta la vida de la democracia, para no caer en sinuosa tendencia que favorezca los antojadizos afanes de poder que alimentan las tentaciones del Ejecutivo.

Es por esa razón que las voces que hoy alertan sobre estas fisuras no pueden pasar desapercibidas, sino que tienen que inscribirse en la conciencia ciudadana como parte de su claridad política para actuar con mayor responsabilidad en esta coyuntura de nuestra vida social.

Tampoco pueden perderse de vista las voces que llaman la atención sobre la propensión del accionar político hacia la radicalización de apuestas que sólo miran la repartija del poder, sin la más leve consideración por los daños que se le puedan infligir a la estructura misma de la sociedad, al fragmentarla y dividirla en esos fanatismos irreconciliables que son precisamente los que alimentan las violencias que hoy se pretenden superar.

Grave coyuntura es ésta de la vida nacional en la que, al parecer, las hábiles maniobras del Ejecutivo han logrado permear otras instituciones para neutralizar el sentido de su vigilancia y atrofiar las acciones judiciales que den sentido de orden y validez de principios a la vida social para que se preserve en el espíritu de la democracia más genuina.

EL CÍRCULO VICIOSO

Las capturas de alias Don Mario, Douglas y el Pato, representan un golpe certero a las bandas criminales ligadas al narcotráfico y al paramilitarismo. Muestran los avances profesionales de las Fuerzas Armadas y, consolidan al ministro Santos como uno de los funcionarios más activos y que produce resultados de amplia resonancia. Muy oportunos además, pues también repercuten en las preferencias de la opinión pública, ahora cuando los candidatos trazan estrategias para situarse, con mejores posiciones, en las encuestas por la sucesión presidencial que, finalmente, parece no se va a dar.

Sin embargo, más allá de la euforia por estos logros, es de advertir que el círculo de las violencias no termina. Voces autorizadas han señalado que este flagelo del narcotráfico merece otros tratamientos, pues la sola instancia de la represión y de la guerra no cercena las cabezas de esta hidra que persistentemente se reproducirá mientras exista el mercado que la sustenta. El negocio de la droga seguirá nutriendo la interminable multiplicación de grupos grandes o pequeños, que siempre encontrarán alguna astucia para proseguir en la aventura de esta empresa y dar así continuidad a ese perverso sustrato que se ha endosado sin escrúpulos a la vida nacional.

La fatigada conciencia de los colombianos ya no sabe si entusiasmarse con estos innegables éxitos, o resignarse y simplemente asumir estas violencias con fácil apatía descomprometida cuando se percibe que vuelve a emerger esta inacabable cadena del narcotráfico y su espiral de muerte y corrupción. Aún está viva esa urdimbre de connivencias, de acuerdos subrepticios entre grupos al margen de la ley en las apuestas políticas de ciudades, gobernaciones y representaciones legislativas. Ese agresivo proceso de descomposición social y de la moral pública es inocultable, y con el calificativo de narcotraficante puro, hecho por el general Naranjo a “Don Mario”, luego de su captura, a pesar de haber sido postulado para acceder a la Ley de Justicia y Paz, son casi inequívocas las sospechas sobre la ausencia de claridad de las actuaciones oficiales, así como de los grupos políticos, que sólo tienen en la mira imaginación para reproducirse en el poder y casi nada para salirle al paso a estas violencias con soluciones de fondo.

CONFIANZA ANTE TODO

La crisis actual de la economía que atraviesa el escenario del mundo no puede sorprender al país distraído en los avatares de cálculos políticos, en vez de estar plenamente concentrado en la dilucidación de las acciones que son necesarias para contrarrestarla.

Si bien es cierto que los índices actuales comparados con los del año 99 no son los mismos como para entrar en situación de alarma general, y que se pueden advertir hechos favorables como la existencia de reservas internacionales por 23.000 millones de dólares que significan 4.5 veces el endeudamiento del país, que hoy la cartera hipotecaria es apenas del 2% del PIB contra el 11.4% que se registraba en el 99, que la inflación es del 6% y que el déficit fiscal del sector público estará alrededor del 2.4%, tampoco se puede desconocer que se presentan signos preocupantes como el crecimiento económico declinante, el aumento del desempleo, la menor inversión extranjera directa ó la baja en las exportaciones y ventas de sectores fundamentales.

Es claro que no se puede dejar todo el manejo de la situación en manos del Banco de la República, como si la sola reducción de los intereses fuera la panacea para protegernos en esta eventualidad. Es preciso que se haga una acción coordinada de la gestión gubernamental en aspectos puntuales como la construcción de vivienda social y de infraestructura productiva, y se generen incentivos verosímiles. No basta con anuncios poco creíbles como la inversión de los 55 billones de pesos ó la controvertida exhortación a acelerar el gasto de gobernaciones y alcaldías.

Además, siempre se ha dicho que el desempeño de la economía está atado a la confianza que se genere en sus actores, y en este punto el Gobierno está llamado a ejercer una acción que haga posible la movilización de las fuerzas sociales para generar la certeza de que estamos en capacidad de superar esta situación. Para nada contribuye a la creación de confianza, la duda que hoy se vive en el ámbito político. Mucho ayudaría una definición, clara e inmediata, en torno al tema de la reelección que se ha identificado como el factor que más incertidumbre le genera al país en la actualidad.

CÁBALAS

La reciente declaración del exministro Carlos Holguín Sardi, en el sentido de marginar a la embajadora Noemí Sanín de cualquier pretensión por asumir las vocerías conservadoras en la próxima contienda electoral, tiene un alto valor estratégico. Se trata de la preservación de su propio nombre como la figura más representativa de su partido, el cual, a todas luces, no se puede descartar dentro del abanico de posibilidades que hoy se dirimen en el escenario de la política nacional. Es en éste parsimonioso político en quien podría recaer la mirada del uribismo en caso de un fracaso del referendo en la Corte Constitucional ó si resulta deficitaria la expresión popular ó si el Presidente desiste de presentarse a la tercera reelección.

Holguín Sardi hace parte de esa avenida tradición de la que hizo gala su familiar Jorge Holguín que en el pasado sirvió como hombre de confianza para salir de complicadas coyunturas políticas sin mayores riesgos. Quizás sólo aspira a la conclusión de su larga vida política con esta corona presidencial y, por eso mismo, es la persona que ofrece la garantía de quien no tiene otra aspiración que esta culminación honrosa. Sería el mediador de la disputa uribista; sería obsecuente con sus líneas doctrinarias; el administrador de sus apuestas y, hoy por hoy, la opción que más confiablemente dejaría el espacio abierto para el retorno de Uribe en el 2014, para redondear así las metas trazadas en el horizonte demarcado por la política de la Seguridad democrática.

En el complejo escenario de la política nacional en el que se ejercitan estas cábalas con miras a la próxima contienda electoral, Holguín Sardi permanece ahí como opción, si se trata de buscar un personaje predispuesto a contemporizar y a replicar las voces que buscan mantenerse como la sombra del poder. Si éstas son las condiciones que requiere el uribismo, éste es el nombre más expedito para salvar los riesgos de todo tipo que para el propio presidente conlleva una tercera reelección inmediata. Personas cercanas ya le han advertido de esos riesgos, así como de las ventajas que le significarían una renovada presencia para el 2014 y, seguramente, debe estar ponderando esta situación con su agudo olfato político.

TODO, POR EL PODER

Volteretas y jugadas de filigrana son las que se están registrando en la política nacional por estos días, y que tan sólo obedecen al reacomodo de sus protagonistas para no perder el poder, en unos casos y, en otros, claramente se adivina la intención oportunista de acceder al disfrute de prebendas clientelistas, conforme a la percepción que vislumbran del escenario que se va a presentar a futuro.

Se ha venido despejando la posibilidad del tercer mandato del Presidente y, en la misma forma, se están identificando y haciendo más visibles las grietas por donde se pueden descomponer e infiltrar las diferentes agrupaciones políticas, por encima de anteriores juramentos y manifestaciones de fidelidad de sus directivos y parlamentarios. Es la fisura desconcertante que se abre complacida por los apetitos de poder presentes en los miembros de las colectividades, quienes acogen, con total pragmatismo, el principio de que “más vale pájaro en mano”.

Así las cosas, lo que se aprecia es la tenaz persistencia de las viejas artimañas de una política más concentrada en las maquinaciones y en la urdimbre de argucias coyunturales, que en la definición de propuestas que contribuyan al remedio de tantos males sociales que aquejan la vida de los colombianos. Ninguna esperanza se puede albergar de quienes intercambian principios por prebendas; por esa vía siempre pierde la Nación y, con ella, la vida de la democracia. Es deprimente constatar que la conciencia política hoy esté más dominada por las razones estratégicas y las astucias de ocasión, que por los altos fundamentos de una ideología que tenga en la mira el interés social y el sentido del valor público de sus actuaciones. Más aún, cuando uno de los postulados explícitos de la primera campaña del presidente Uribe fue, precisamente, la erradicación de todos estos males que han sido tan funestos en nuestra historia y, quizás, el factor con mayor capacidad de corrosión de nuestra honradez ciudadana.

Sólo queda esperar, entonces, que por algún lado de nuestra vida política nacional, se abra paso un movimiento aglutinador de la persistente esperanza de muchos colombianos por disponer de un ejercicio público sano, sustentado en los valores que orienten una democracia abierta y sensata.

BUCARAMANGA, ¿CÓMO VAMOS?

Se han propuesto la Cámara de Comercio, Vanguardia Liberal, la Fundación Participar y Financiera Coomultrasan, reunir voluntades con el propósito de hacer posible la creación del programa Bucaramanga, ¿cómo vamos?, que con tanto éxito se ejecuta desde hace 10 años en Bogotá, y que también han adoptado Barranquilla, Cali, Cartagena y Medellín.

Para hacer realidad este proyecto, se requiere aún del concurso de empresarios que se quieran sumar a este esfuerzo, con el fin de dotar al Área Metropolitana de Bucaramanga de una metodología que permita establecer, mediante indicadores de resultado y de percepción, una medida objetiva de la evolución de la calidad de vida de sus habitantes. Indicadores que deben garantizar la disponibilidad de una información oportuna y actualizada, en forma periódica, que sean de fácil comprensión para la ciudadanía y que informen sobre resultados concretos y no sobre procesos o simples anuncios de buenas intenciones, en temas como finanzas públicas, educación, servicios públicos, seguridad ciudadana, desarrollo económico, salud, vivienda, medio ambiente, espacio público y gestión pública.

La ciudad constituye el más significativo núcleo social, hace parte de los valores de la ciudadanía moderna, y la democracia exige que sus habitantes estén comprometidos con su buen destino; pero para que esto sea posible, se deben constituir mecanismos adecuados de vigilancia y control ciudadano. El trazo de los indicadores que permitan medir los efectos de las políticas en la vida pública, el debate público, la generación de conocimientos adecuados, la disponibilidad de la información y los mecanismos de seguimiento, son fundamentales para que la Ciudad pueda estar objetivamente vigilante sobre su buen futuro, sobre la transparencia de las actuaciones de los funcionarios y el cabal cumplimiento de promesas o planes y, más aún, crear las condiciones de participación efectiva del habitante, para que pueda poner en práctica mejores formas de acción en la vida pública y ejercer una ciudadanía responsable.

Cuando una sociedad tiene necesidad de superar los aciagos vicios de la corrupción, del uso indebido de los recursos públicos y la apatía ciudadana, que tanto daño han causado a su bienestar, medidas como éstas son las que se deben acometer para que la democracia retorne a los cauces genuinos de su desempeño.

LA IMPORTANCIA DEL CENTRO

Álvaro BELTRÁN PINZÓN
abeltranp@hotmail.com

De cara a las definiciones que se avecinan en la vida nacional, se ha generado la natural discusión sobre cuál debería ser la alternativa más conveniente para el país, y se aprecia una creciente polarización de la política, desde cuyos extremos se levantan voces que señalan a las posiciones centristas como carentes de convicciones, sin reparar que, en la actual coyuntura, el centro constituye una opción estratégica por su condición abierta a la comprensión de las más amplias posturas ideológicas.

No se aboga, desde luego, por una posición de transacciones y de conveniencias, que obedezca al cálculo oportunista de los llamados empresarios de la política, sino a la más genuina convicción de que las opciones liberales tienen espacio vital, en tanto es acción ceñida a los principios de una democracia amplia, participativa e incluyente, que puede generar un gran acuerdo nacional. Es decir, el ejercicio de una ciudadanía responsable, sustentada en la más clara conciencia de que ahora tenemos que actuar de cara a la vida futura, más atenidos a los principios modernos, reguladores de la vida social.

En el contexto de estas discusiones, se presenta la carta de Enrique Gómez Hurtado al Director del Partido Conservador que, si bien apela a las más antiguas formas de la exclusión y del señalamiento despectivo, no deja de ser interesante pues también se sitúa como parte de las disímiles posiciones que cada vez levantan la voz con más firmeza en contra de la reelección presidencial indefinida, y vuelve a abogar por un Acuerdo sobre lo fundamental, como pretendía su hermano Álvaro.
Un debate, por lo demás necesario, que también representa un reto para nuestra política local, necesitada de ideas renovadoras y del trabajo pensante y programático que contribuyan a la recuperación del ya lejano liderazgo santandereano en el ámbito de la vida nacional.

Tenemos ahí una tarea grande, y la contienda política que se avecina no nos puede tomar en actitud de marginalidad, ni de negligencia ciudadana, por cuanto es preciso evitar que los que viven de la política, tranquilamente se acomoden de espaldas a los intereses nacionales, continúen disfrutando de un atractivo salario y de posibilidades para derivar beneficios particulares ó prácticas clientelistas.

NO MÁS EDUCACIÓN DE MASAS

abeltranp@hotmail.com

En reciente entrevista al escritor y “futurista” Alvin Toffler, se le preguntaba acerca de las posibilidades que vislumbraba para que los ciudadanos de países que no van a ser líderes en este siglo, pudieran mejorar significativamente su calidad de vida y, sin pensarlo dos veces, afirmó que lo primero que hay que hacer es abandonar el modelo de educación masivo que se ha impuesto.

En Colombia se acogió, desde la última década del siglo pasado, una orientación educativa encaminada a propuestas de mera instrucción, para satisfacer la incorporación de los egresados al mercado laboral, afirmando dicho modelo. Esta eclosión masiva, si bien se tiñe con el mensaje de apertura de oportunidades para los más amplios sectores sociales, también trae consigo una pérdida de calidad y la devaluación del sentido de la vida universitaria. Ahora se impone abandonar la rigidez de los modelos educativos, con horario de entrada y salida, y una rutina que se asimila a un trabajo cualquiera, para virar hacia una educación que estimule el conocimiento individual.

A este cambio le apuntó la UIS en 2006, cuando instituyó el “Proyecto soporte al proceso educativo mediante tecnologías de información y comunicación” ProSPETIC, como una estrategia de innovación educativa que propiciara el aprendizaje activo, interactivo y significativo, utilizando tres estrategias:

1. Ofrecer a la comunidad infraestructura física y tecnológica adecuada, para la promoción de la innovación y el cambio del paradigma educativo, mediante la puesta en marcha del Centro de Tecnologías de Información y Comunicación, CENTIC.
2. Crear cultura de trabajo en la red, mediante el soporte al sistema tradicional, a través del Portal del Profesor, y procesos de capacitación a docentes y estudiantes en el uso de la tecnología.
3. Participar en desarrollos científicos y de investigación, relacionados con plataformas, herramientas y objetos de aprendizaje que faciliten la estructuración y gestión del conocimiento en ambientes virtuales.

Reconforta esta visión que se tuvo en el Proyecto UIS, pero como advierte el mismo profesor Toffler, este cambio va a ser extremadamente difícil de lograr; nunca faltará el palo en la rueda que trate de impedir su concreción y se prefiera, mediante directriz desafortunada, seguir preparando chicos para ayer y no para mañana.