EL CÍRCULO VICIOSO

Las capturas de alias Don Mario, Douglas y el Pato, representan un golpe certero a las bandas criminales ligadas al narcotráfico y al paramilitarismo. Muestran los avances profesionales de las Fuerzas Armadas y, consolidan al ministro Santos como uno de los funcionarios más activos y que produce resultados de amplia resonancia. Muy oportunos además, pues también repercuten en las preferencias de la opinión pública, ahora cuando los candidatos trazan estrategias para situarse, con mejores posiciones, en las encuestas por la sucesión presidencial que, finalmente, parece no se va a dar.

Sin embargo, más allá de la euforia por estos logros, es de advertir que el círculo de las violencias no termina. Voces autorizadas han señalado que este flagelo del narcotráfico merece otros tratamientos, pues la sola instancia de la represión y de la guerra no cercena las cabezas de esta hidra que persistentemente se reproducirá mientras exista el mercado que la sustenta. El negocio de la droga seguirá nutriendo la interminable multiplicación de grupos grandes o pequeños, que siempre encontrarán alguna astucia para proseguir en la aventura de esta empresa y dar así continuidad a ese perverso sustrato que se ha endosado sin escrúpulos a la vida nacional.

La fatigada conciencia de los colombianos ya no sabe si entusiasmarse con estos innegables éxitos, o resignarse y simplemente asumir estas violencias con fácil apatía descomprometida cuando se percibe que vuelve a emerger esta inacabable cadena del narcotráfico y su espiral de muerte y corrupción. Aún está viva esa urdimbre de connivencias, de acuerdos subrepticios entre grupos al margen de la ley en las apuestas políticas de ciudades, gobernaciones y representaciones legislativas. Ese agresivo proceso de descomposición social y de la moral pública es inocultable, y con el calificativo de narcotraficante puro, hecho por el general Naranjo a “Don Mario”, luego de su captura, a pesar de haber sido postulado para acceder a la Ley de Justicia y Paz, son casi inequívocas las sospechas sobre la ausencia de claridad de las actuaciones oficiales, así como de los grupos políticos, que sólo tienen en la mira imaginación para reproducirse en el poder y casi nada para salirle al paso a estas violencias con soluciones de fondo.

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