A propósito del Bicentenario

Álvaro BELTRÁN PINZÓN
abpopinion@hotmail.com

Se ha dado comienzo a la celebración del Bicentenario de la Independencia de las naciones bolivarianas y, a su manera, Venezuela ya lo hizo con un nutrido desfile militar. En Colombia se ha venido trabajando en diferentes aspectos y ojalá esta conmemoración, más allá de la obligada exaltación de la gesta y de los héroes libertadores, pudiera convertirse en una cruzada nacional que nos permita en el futuro poner fin a todas esas dificultades que perturban nuestra identidad desde los momentos fundadores de la República, y son causa de desunión e inequidad, como quiera que siempre han estado latentes la ambición caudillista, las mezquindades, la insolidaridad, los intereses personalistas y el afán de poder de grupos que, en su momento, dieron al traste con la unidad grande de América y que posteriormente han impedido un desarrollo armónico.

Superada la Guerra de la Independencia, todos los liderazgos surgidos han sido incapaces de constituir una democracia plena, que signifique una oportunidad para vastos sectores de la población y, desde siempre, nuestra opción republicana no ha podido dar resolución a múltiples problemas sociales que, con el tiempo, lo que han hecho es represarse, multiplicarse y transformarse en motivos de históricas frustraciones que muchas veces se han visto reflejadas en guerras, violencias, degradación social y magnicidios que han azotado la vida nacional en estos 200 años.

El proyecto que soñó Bolívar tenía como base el principio de la igualdad social ante la Ley, y advertía claramente que el pueblo americano debía educarse si se aspiraba a formar una real sociedad política, que fuera base de una democracia estable y de la mejor proyección de la Nación.

Qué bueno sería que estas celebraciones de nuestra independencia estuvieran signadas por esperanzas ciertas de reivindicación social, en una alianza de voluntades que, sin más pretensiones, le devolviera al Estado y a la Sociedad una soberanía fundamentada en el entendimiento, la tolerancia por las diferencias y la inclusión, sustentados en claros principios rectores como el respeto a la vida, a las instituciones, a la justicia y, en un compromiso con la transparencia y la decencia en el manejo de lo público.

NOTA: Por responsabilidades asumidas con la campaña Mockus Presidente, esta columna se suspenderá temporalmente.

El asunto es de principios

Álvaro BELTRÁN PINZÓN
abpopinion@hotmail.com

Se hace cada vez más visible el avance en la opinión de la opción Verde. Hay una creciente favorabilidad a su postura, pues sus promotores han logrado demostrar con su propio ejemplo que es posible la integración pluralista, la vinculación de diversas experiencias en el propósito de construir sobre lo ya construido y, avanzar en la aspiración de trabajar por un país en mejores condiciones de armonía social desde la decencia y la legalidad. Por sobre todo ha calado su estrategia de volver por los fueros de la educación como el soporte para rehacer la vida ciudadana, ajustados a los principios esenciales de la democracia.

En este sentido, sorprende un articulista de El Tiempo cuando afirma en reciente escrito que una campaña basada en la honestidad es “de por sí, una apuesta peligrosa”, dada la generalización de la corrupción que ya ocupa de tal modo la vida nacional que no se sabe donde atacarla y, por tanto, no pasaría de un espejismo la pretensión de erradicarla y que “una moral inflexible no resiste la realidad nacional”. Caso palpable del pragmatismo político que se quiere imponer desde otra candidatura, el cual permitiría la justificación de los vicios crecientes que más temprano que tarde terminarán por minar las instituciones y desordenar al país.

Próximos a la celebración del Bicentenario de nuestra vida republicana, vale la pena rememorar que desde su momento fundador, el mismo Bolívar tuvo esta preocupación cuando intentó agregar a la triada de poderes tradicionales, la creación de un Poder Moral, centrado en la educación de los ciudadanos como el sustento de la democracia. Años después, hemos tenido la oportunidad de recordar por estos días la frustrada esperanza contenida en el llamado a la restauración moral de la República de Jorge Eliecer Gaitán y, luego, la cruzada por una ética pública en los discursos de Luis Carlos Galán.

Más allá de los pesimismos tolerantes con los males que han impedido nuestro desarrollo, es reconfortante observar cómo esta convocatoria amplia a participar en la renovación de la política colombiana, liderada por Mockus y Fajardo, recibe el masivo respaldo de los colombianos que no se resignan ante este sino y perciben en la opción Verde alternativa de verdad promisoria.