EL ENCUENTRO DE BARILOCHE

Como era de esperarse, este encuentro de Presidentes de la Unión de naciones suramericanas UNASUR, sirvió para evidenciar las diferencias que animan la vida política de sus países y la palpable marginalidad de la OEA, como escenario natural para dirimir los problemas de América. UNASUR se inscribe como una alternativa apenas incipiente en el propósito de la conformación de un deseable bloque regional, capaz de competir en este mundo globalizado.

La transmisión en directo del evento distrajo la atención de los oradores, quienes hablaban para sus públicos y no con el objetivo cierto de enfrentar los problemas en su verdadera dimensión. La reunión dejó escapar una oportunidad para plantear soluciones alternativas, unificar criterios y liderar una salida proactiva frente al problema del narcotráfico, y sobre el cual han fracasado una y otra vez los convencionales métodos de control represivo, tanto en el campo de la producción como en el comercio y consumo, con registros cada vez más crecientes. Ojalá el anunciado Consejo Suramericano de Lucha contra el narcotráfico, trabaje en esa dirección para presentar una sólida posición de Suramérica frente a los mayores países consumidores.

Tal vez por la carencia de instrumentos efectivos para actuar en UNASUR, las cosas no pasaron más allá de una declaración de buena voluntad, y de la retórica de trabajar en escenarios complementarios como la reunión de Cancilleres y Ministros de Defensa, pero nada indica que este grupo esté en condiciones para asumir con propiedad un liderazgo efectivo en torno al delicado tema de la seguridad regional que ahora se inquieta con la mayor presencia en Colombia de la primera potencia militar, sustentada en su evolucionada tecnología y cuyos intereses geopolíticos no se van a detener en la pequeña tarea de mirar hacia la solución de unos conflictos internos, y con las escaramuzas armamentistas de algunos vecinos.

Por lo menos esta cumbre sirvió para que los países de UNASUR se miren hacia adentro, hacia la precariedad de los mecanismos de la unión con que sueñan desde los discursos mismos de sus fundadores, pero donde sigue primando el espíritu de las disensiones y la incapacidad para vislumbrar, más allá de intereses particularistas, la importancia de la unidad de América.

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