TODO, POR EL PODER

Volteretas y jugadas de filigrana son las que se están registrando en la política nacional por estos días, y que tan sólo obedecen al reacomodo de sus protagonistas para no perder el poder, en unos casos y, en otros, claramente se adivina la intención oportunista de acceder al disfrute de prebendas clientelistas, conforme a la percepción que vislumbran del escenario que se va a presentar a futuro.

Se ha venido despejando la posibilidad del tercer mandato del Presidente y, en la misma forma, se están identificando y haciendo más visibles las grietas por donde se pueden descomponer e infiltrar las diferentes agrupaciones políticas, por encima de anteriores juramentos y manifestaciones de fidelidad de sus directivos y parlamentarios. Es la fisura desconcertante que se abre complacida por los apetitos de poder presentes en los miembros de las colectividades, quienes acogen, con total pragmatismo, el principio de que “más vale pájaro en mano”.

Así las cosas, lo que se aprecia es la tenaz persistencia de las viejas artimañas de una política más concentrada en las maquinaciones y en la urdimbre de argucias coyunturales, que en la definición de propuestas que contribuyan al remedio de tantos males sociales que aquejan la vida de los colombianos. Ninguna esperanza se puede albergar de quienes intercambian principios por prebendas; por esa vía siempre pierde la Nación y, con ella, la vida de la democracia. Es deprimente constatar que la conciencia política hoy esté más dominada por las razones estratégicas y las astucias de ocasión, que por los altos fundamentos de una ideología que tenga en la mira el interés social y el sentido del valor público de sus actuaciones. Más aún, cuando uno de los postulados explícitos de la primera campaña del presidente Uribe fue, precisamente, la erradicación de todos estos males que han sido tan funestos en nuestra historia y, quizás, el factor con mayor capacidad de corrosión de nuestra honradez ciudadana.

Sólo queda esperar, entonces, que por algún lado de nuestra vida política nacional, se abra paso un movimiento aglutinador de la persistente esperanza de muchos colombianos por disponer de un ejercicio público sano, sustentado en los valores que orienten una democracia abierta y sensata.

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