GENEROSIDAD Y TRANSPARENCIA

Una lección de comportamiento político para los colombianos significó la brillante conferencia del expresidente Frederik Willem De Klerk, en el marco del Foro de Liderazgo de El Espectador, en la cual nos ilustró sobre el proceso que condujo a Suráfrica a la paz, luego de que hace 25 años se evaluara este conflicto como imposible de dirimir ante la creciente ira negra, el aislamiento internacional, la dispersión de su población en 23 partidos políticos y 11 idiomas oficiales.

De Klerk relató que en 1986 su partido llegó a la certeza de que el país iba camino a su destrucción y, convencidos de que la paz justifica todos los riesgos y sacrificios, decidieron con total convicción que era preciso trabajar en esta dirección -aún a costa de la propia disolución de su partido, como en efecto ocurrió- con el propósito de demostrar generosidad y transparencia, actitudes que presidieron este empeño nacional. Una negociación que abrió las puertas a la inclusión, mediante el respeto, acuerdos claros y lealtad con el adversario.

Estos postulados se tradujeron progresivamente en los factores de entendimiento entre las partes, hasta llegar en 1990 al anuncio del fin del Apartheid y a la promulgación de una nueva Constitución donde pudieron incorporar los temores de unos y otros, y también sus aspiraciones, para finalmente pactar una amnistía, conocer la verdad y avanzar en una reconciliación que se presenta duradera, pero que exige permanente actitud de desprendimiento. Hoy Suráfrica se destaca como una nación ampliamente reconocida; su capital es la que alberga una mayor representación diplomática, después de Washington, y presenta envidiables índices sostenidos de crecimiento y erradicación de la pobreza.

A nivel local, contrasta la experiencia surafricana con lo sucedido en el reciente proceso para designar rector de la UIS, donde las consideraciones francamente personalistas se impusieron a los altos intereses institucionales, y la convocatoria no dio tiempo para concentrarse en la mejor proyección de la Universidad, pues la atención se distrajo en un ambiente enturbiado por los agravios. No hubo espacio para ponderar con serenidad la situación y, con la reelección, todo se precipitó en una salida que deja a la comunidad universitaria fragmentada y sumida en la incertidumbre. Faltó respeto, transparencia y generosidad.

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