ORGULLOS SANTANDEREANOS

Constituye motivo de verdadero orgullo registrar el sitial de honor en el que se está colocando nuestro emblemático Cañón del Chicamocha, actualmente es 8 en su categoría, en el certamen internacional convocado por una fundación suiza para escoger las 7 nuevas maravillas del mundo. El cierre de la votación se producirá mañana, 7 de julio, y en él se acogerán 77 bellezas preseleccionadas; el 21 de julio, con la asesoría de la UNESCO, se llegará a 21 finalistas, para que en el 2011 se produzca la definición, luego de la visita que realizarán expertos a cada una de ellas. Quienes aún no han votado, lo pueden hacer en: www.colombia.travel www.santander.gov.co y www.new7wonders.com.

Esta ocasión, en la que ha sido relevante el entusiasmo de los santandereanos, debe constituirse en motivo de reflexión acerca del real sentido de nuestros bienes y valores, la importancia de preservar nuestras riquezas naturales y el desarrollo de su potencial turístico, pues además de los beneficios sociales que trae, es expresión cultural de apertura y medio privilegiado de comunicación que permite mostrar “nuestro mejor nosotros”. Los valores culturales se reafirman cuando los otros los reconocen e identifican.

Y a propósito de votaciones, resultó muy justa la escogencia que hicieran los santandereanos para que nuestra gloria musical, el maestro Alfonso Guerrero García, reciba homenaje nacional, el próximo 20 de julio, en la segunda versión del Gran Concierto que organiza el Ministerio de Cultura.

Su presencia artística ha marcado un hito en nuestra tradición musical desde los tiempos de la Rondalla Bumanguesa, y luego con la animación de sus diferentes agrupaciones y orquestas en todos los eventos y convocatorias regionales de importancia. Virtuoso en la ejecución de por los menos 7 instrumentos musicales, es pertinente resaltar su obra de difusión cultural desde la dirección de la lamentablemente desaparecida Banda del Departamento, durante 20 años. Recuerdo su profesionalismo y consagración cuando a raíz del concurso para escoger el Himno de Santander en el año 1988, y a pesar de no ser ganadora su composición, se dedicó con entusiasmo sin igual al montaje de su primera versión oficial, a partir de la cual el himno fue calando en el corazón de los santandereanos hasta representar hoy magnífica identificación.

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